martes, 6 de septiembre de 2011

Lo que el agua nos concedió.

Y cada noche te veré en el agua, en el reflejo de mi alma, en lo más profundo de mis pupilas difuminadas.

Y en ellas te esperaré, en ese mundo indeterminado y en continuo movimiento regido por las leyes naturales, donde tú y yo conseguimos fusionarnos, de nuevo, en el agua.

Nacerá de ella la imaginación de nuevos seres creados por la unión de nuestros labios. Bailarán en ondas circulares como al caer la piedra en la superficie del lago. Y las burbujas nos rodearan, mostrando en sus esferas imágenes de nuestras íntimas aventuras.

Los ríos vienen a nuestro encuentro y con ellos traen nuevas corrientes de sentimientos.

La lluvia precipita contra tu pecho y va mojando cada parte de tu cuerpo. Mi cuerpo transformado en precipitación va haciéndote paso a paso el amor. Cada caricia es caliente y a la vez provoca en ti escalofríos. Mi esencia se vuelve tu perfume.

Y mientras nos vamos sumergiendo en ese profundo mar en el que solemos gozar, poco a poco, el mundo alrededor se va esfumando y tan solo queda las vibraciones de dos almas palpitando la una por la otra.