sábado, 30 de octubre de 2010

Acordes de amor.

Lo mejor de la música son las maravillosas sensaciones que te pueden transmitir, como se acuerdan a tus estados de ánimo, haciéndose una contigo. Una especie de polvo musical.

Me encanta no saber que me preparará la siguiente canción de mi reproductor, puede que me transmita la alegría que necesito para continuar adelante, o que me haga llorar melancólicamente, y con ello, desahogarme de los problemas acumulados.

Me encanta tirarme horas y horas oyendo canciones y perdiéndome en diferentes mundos. Mundos de hierro y roca, donde te vuelves frío como el acero; mundos de caramelo, donde te ablandas como una nube de algodón.

Lo más bonito de este mundo sería transmitir esas sensaciones a los demás, crear, con mi voz, un mundo entero para que explorasen todos los rincones de su corazón.

Y, sobretodo, cantarte a ti, hacerte vibrar, sentir y llorar. Contarte todas nuestras historias, tirarme la noche contigo, en la cama, mientras nos hacemos uno.

Tú eres mi música, tú eres mi voz.

domingo, 3 de octubre de 2010

Porque hace mucho tiempo...

No he almorzado. En su lugar he tomado un paquete de palomitas, dos yogures griegos con extra de azúcar, un tocino de cielo y un racimito de uvas.

Evidentemente, es domingo, otra semana más en la que llega ese día tan extraño, odiado por muchos y añorado por otros.

Para mí, tú eres como ese día, te odio, y otras tantas veces, te añoro. Tú fuiste cada uno de mis domingos, aquellos tan preciosos en los que nos teníamos que despedir en la Estación del Sur.

¡Cómo nos comíamos a besos! Y esas ocho horas pensando en ti en aquel infernal autobús.

Y ahora, sigues formando parte de mis domingos. Desgraciadamente, cada domingo dedico un tiempo a tus ojos marrones, otro tiempo a tu olor a mandarinas, otro poquito más a tus besos de terciopelo.

Cucharada a cucharada, voy recordando aquellos maravillosos momentos. Recuerdo cómo me mirabas, los dos tumbaditos en el césped. ¡Y aquellas horas en tu habitación! Nunca había sentido que un lugar fuera tan mío. Ese espacio de pocos metros cuadrados fue tan especial…

No puedo decir que los domingos sean horribles, antes no lo eran, y espero que algún día vuelvan a ser ese maravilloso día en el que mi corazón se sentía tan plenamente completo.