Era guapo, simpático, amable, divertido y encantador, pero nunca supo verlo.
Siempre conseguía sacar una sonrisa a los demás, incluso cuando en su interior todo eran tinieblas. Las bromas siempre serían su mejor cualidad. Humorista en toda su esencia.
Nunca supo valorarse. Llamaba la atención, pero a pesar de eso, era inseguro.
Era el jefe de la manada, pero incluso él tenía miedo a la soledad, al liderazgo.
¿Qué hacer cuando tu autoestima está en cayendo en un profundo pozo sin fin?
Lo tienes todo, pero no eres capaz de quererte a ti mismo.
Y esa es la cruda realidad. Mi camino en búsqueda de la felicidad se detuvo hoy en la siguiente cuestión ¿acaso soy capaz de quererme a mi mismo?