miércoles, 2 de noviembre de 2011

Locura, destino y el azar.

Dos partes que entran en conflicto. Intentan unirse pero simultáneamente se destruyen. Amor y odio. Seguridad e inseguridad.
Nerviosismo en todo su máximo estado recorre cada centímetro de mi joven cuerpo, deseando y, casi, dependiendo de tu piel y tus aromas.
Desisto después de agitadas horas de autodestrucción mental, en la que me convenzo de cosas banales, sin lógica aparente, pero que para mi enferma mente poseen de todo un razonamiento al más estilo cartesiano.
Tu recuerdo me perturba, me enloquece, y aunque eres mío, pequeños demonios intentan apoderarse de mi alma y convertirme en la inmunda bestia celosa que nunca pretendí ser.
Confusión. Alteración. Alucinación. Depresión.
Perfeccionamiento. Alumbramiento. Renacimiento. Admiración.
Voy recorriendo callejuelas que no me llevan a ninguna parte, tan pronto estoy en éxtasis, como tan pronto me ha devorado la soledad y la melancolía.
Todo pasa a velocidades de vértigo, más aun que las estudiadísimas notas de la ‘’Fantasie’’ de Chopin.
Y aún no sé que me depara esta extraña y romántica historia en la que ahora me habitúo.
Espero poder verte pronto, abrazarte y extraer de tu cuerpo cada gota de tristeza y dolor mediante caricias y besos de amor.
Quisiera pensar que todas las circunstancias de las que nos encontramos rodeados nos vuelvan más fuertes y nos unan con una infinita pasión.
Lloro, amarga y felizmente, en este complejo estado de mil sensaciones contradictorias que invaden mi cuerpo.
Y lo peor es que sé que mi única medicina eres tú.

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