sábado, 28 de agosto de 2010

Energías del espacio.

Sábado, el aire huele a húmedo, con él trae imágenes de olas en movimiento. Son las seis y nueve minutos de la tarde y yo acabo de despertarme. Tengo que ir a la compra, falta leche, champú, comida para gatos y algo más que luego tendré que buscar.

Las seis y diez y yo aún no soy persona, para ello me hace falta ducharme, vestirme, cepillarme los dientes y sonreír al mundo.

Busco el amor, cierto es, me encanta, y nunca dejará de ser así. Viejas heridas aún siguen sin cicatrizar pero eso no importa para arriesgarme a herirme otra vez. No tengo huesos de cristal y, a Dios fortuna, tampoco el corazón. Puedo resistir unos cuantos golpes más, creo que quizá cientos, porque siempre habrá alguien que me haga olvidar.

Tengo ganas de buscar agujas en un pajar, de buscar aviones entre las estrellas, de buscar figuras en el relieve de la pared y, sobretodo, de buscar amores imposibles.

¿Cuánto de imposible puede llegar a ser un amor? Uno de distancia, de desconocidos, de sabios empedernidos.

Relájate, me digo, no tienes que buscarlo precipitadamente ahora que lo quieres. Tan solo deja que ocurra, que se manifieste por arte de los astros. Deja que te rodeé y acabe llenándote hasta la punta de los dedos de los pies.

El amor no se busca, llama en tu puerta el día que menos pensado tenías recibirlo. Llega con unas cuantas rosas, con las que hay que tener cuidado para no clavarse sus espinitas, y con las que puedes disfrutar de su eterno manjar, ese olor tan imitado en los perfumes.

El amor… solo tengo dieciséis años y ya me atrevo a intentar escribir en palabras lo que es el amor… que ingenuo soy. Tantos años me quedan por delante. Tantas experiencias, cada una innovadora, fresca y placentera como ella sola.

Solo hay algo a lo que nunca debería temer: a enamorarme otra vez. Espero ser fuerte en las siguientes despedidas y poder seguir con nuevas aventuras donde la distancia entre dos cuerpos no existe, donde las barreras se pueden ir soplando al mismo tiempo los dos y donde Amelie busca ansiosa otra víctima a la que alegrarle el día.

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