domingo, 16 de septiembre de 2012

Los sentimientos de los cazados.


Corro y corro hasta el aviso de un nuevo disparo. Deseo que llegue la penumbra, para poder esconderme de esos individuos que me persiguen, sin yo llegar a comprender por qué. Me protejo entre los matorrales, pero sé que sus fieras pronto me encontrarán. Van acompañados de bestias sumisas, compañeras de mi raza, que bajo los suculentos tratos de sus amos han caído.
Veo hermanos heridos, pienso en sus crías, recién paridas, quién de ellas cuidará… Huyo y huyo, antes he de pensar en mi existencia, en sobrevivir.
Oigo nuevos disparos, se acercan a mí. Y entonces ocurre, me dan en una pata. Mis sentidos notan la sangre caliente derramándose sobre mi piel. Mi cuerpo se asfixia, está castigado y ya sé que no aguantaré mucho en el camino de la vida. Me escondo en una cuevecita, y pido a mi madre la Naturaleza por mi salvación.
Se llaman cazadores, ellos me arrebataron a mi padre cuando yo tan solo era una cría. Rumores me han llegado de que somos una decoración exquisita, el trofeo del humano, colgadas nuestras cabezas en sus salones, como trozos de piedra, como un lienzo de muerte.
Ya están llegando, ya están llegando…

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