¡Cuánto
daño hace una sonrisa fugaz y verdadera, y cuantísimo efecto puede tener!
Cuando
de repente en sus ojos ves dos estrellas fugaces, brillantes y potentes, que te
dicen ‘’ven y bésame, hazme tuyo’’. Cuando, mágicamente, tu cuerpo se siente
poseído por las ganas de ser acariciado, tocado y agarrado por sus manos y sus
brazos, que antes eran meras extremidades sin encanto. Cuando todo esto empieza
a ocurrir es cuando surgen las primeras chispas vivaces del amor, y las
mágicas, coloridas y dulces chispas centelleantes te rodean en tu día a día,
cambiándolo todo.
Y ese
mundo transfigurado en rosa pastel embadurna la monotonía, convirtiendo el
despertarse cada día en una nueva y maravillosa aventura, deseoso de su olor y
de su fragancia, impaciente de su presencia y su mirada.
Pero
tan pronto se vuelve rosa como se vuelve negro, y todo se torna en dolor y
llanto, amargura y traición cuando sus olores huelen a otro y su presencia se
turba entre mentiras y engaños.
¿Conclusión?
Andar con pies de plomo.
¡Qué
coño! ¡A dejarse enamorar!
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