miércoles, 12 de diciembre de 2012

Mal estudio sobre el amor (I)


Dediquemos unos minutos para pensar en cómo funcionan los sentimientos, la cualidad humana por excelencia.
Si retomamos el comienzo de nuestras vidas, lo lógico sería decir que los primeros sentimientos que tenemos son el miedo y el dolor, producidos durante el parto después de los nueve meses de descanso. Ya desde el primer aliento lloramos, sufrimos, pasamos miedos e inseguridades ante un nuevo mundo. ¿Es esto una breve introducción a lo que nos deparará la vida continuamente? ¿Es una especie de señal de que el ser humano, libre, está predestinado al sufrimiento, al desasosiego y al tormento? ¿Y si es así, al ser libre no debería poder decidir si sufrir o no, si ser penitente o vivir feliz?
Poco a poco vamos creciendo y, a medida que somos algo mayores, vamos cubriéndonos de inseguridades y de complejos. Al principio nuestros miedos duran poco y prácticamente todos se solucionan en los confortables brazos de una madre. Cuando vamos creciendo, esos brazos pierden ese mágico poder, aunque siempre son el lugar al que llorar, retornar y protegerse cuando todo está vacío y destruido.
¿Por qué tenemos que sentirnos? Me encantaría ser un erudito en la materia, saber qué reacciones cerebrales intervienen en ello, cómo funcionan los complejísimos mecanismos mentales, pero no lo soy. Por ello solo puedo hablar desde el punto de vista de un sufridor nato, que también vive intensamente los buenos momentos fugaces.
El otro día leí acerca del amor y su similitud a la adicción con las drogas y dije: ‘’¡Obvio!’’. Pues es cierto, el amor funciona como una droga: te libera de la monotonía, te da cosquillas en la barriga, te nubla la mente afectando a tu concentración, te trastorna los sentidos, te quita el apetito, te alimenta, te amarga. ¿No es el amor una de las mejores drogas con uno de los peores síndromes de abstinencia? En mi caso lo es.
Cuando sentimos el primer amor es cuando se da ese gigantesco paso de niño a hombre. Al descubrir esos sentimientos, y comenzar una excitación y deseo sexual, es cuando se pierde la inocencia infantil. Es justamente ahí cuando comienzan las complicaciones también. El amor es obsesivo, compulsivo y, a veces, destructivo, al igual que puede serlo alguien cuando depende de la heroína.
Todo sentimiento comienza por una pequeña chispa, fugaz y algunas veces pasa desapercibida. Todo gran final tuvo un pequeño principio. ¿En qué momento se origina el amor? Ayer hablaba de eso y creo que es lógico: comienza con unos gustos comunes. Pero es que también empieza por los gustos más dispares y contrapuestos posibles. ¿Dónde puede estar la lógica? Hay chispa en dos personas iguales, pero también la hay en personas totalmente contradictorias.
Y volvamos al pequeño comienzo con tendencia a engrandecerse ¿Quién hace que lo que antes era una leve idea se convierta en una ferviente necesidad? Aquí vuelve la similitud con las drogas. La primera toma de contacto solo es una leve curiosidad con nuevas sensaciones (como al amar) que poco a poco se va volviendo en una necesidad diaria y al estar sin dicha substancia es imposible mantener un poco de cordura.
Los sentimientos me recuerdas al movimiento, pues no son estables, fijos y duraderos, sino que cambian como el mar, se tergiversan, se malinterpretan, se olvidan, se retoman… Como una ola, el pequeño movimiento cerebral llamado ‘’sentimiento x’’ aumenta y acaba abarcando la extensión de lo que llamaremos ‘’almacenaje de diferentes sentimientos’’.
¿Cómo controlar los sentimientos, cómo interpretarlos y poder corregirlos? Si retomamos nuestros orígenes como animales de costumbre se podría decir que podemos aprender mediante la repetición, al igual que aprendemos a tocar una melodía, aprendemos a escribir o a leer. ¿Por qué no se le da tanta importancia a esta asignatura que es el amarse a uno mismo y conocer nuestras capacidades emocionales como se le puede dar a resolver complejísimos problemas matemáticos?
Como animales racionales también podríamos ‘’racionalizar’’ los sentimientos, algo que a primera vista es imposible. Sin embargo en la antigua Gracia se unían los elementos dionisiacos y apolíneos en la magia del teatro. ¿En qué momento se disolvió esa perfecta unión en la que razón y emoción se complementaban y formaban partes de un todo?
Es esta la meta que yo, personalmente me propongo: aprender a no confundir lo que siento y canalizar el dolor, la pasión, el sufrimiento y la alegría en pequeñas dosis, siendo consciente de la similitud que tienen con las drogas y la dependencia que pueden generar, tanto los buenos sentimientos como los malos. Mi meta será ser un poco más racional como ser emocional que soy. ¿Y para los seres racionales? Un poco de emotividad, y de dejarse llevar por los sentimientos para equilibrar la balanza, y no retener todo dentro.
Me gustaría saber vuestra opinión así que en este texto os instaré a comentar. Mil gracias por el tiempo empleado en la reflexión de un día más profundizando en la magia del ser humano.

2 comentarios:

  1. Felicidades Héctor, me ha parecido increible y realmente cierto lo que has escrito. Un besito

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  2. En cuanto a tus alegatos a como los humanos nos enfrentamos al campo emocional, creo que nos estamos enfrentando a nosotros mismos. Descubrir los motivos y los elementos que superan los niveles de lo positivo y negativo, y hallamos un segundo plano superpuesto que nos revelan unas emociones nuevas. Creo que no ha sido justo que no mencionaras elementos extrínsecos a uno mismo, como la sociedad o el propio climax interno que el resto de personas tratan de calmar sobre sí mismos. En el desconocimiento de nuestros sentidos hay un gran tabú social y familiar. Tus padres no te enseñan a controlar tu capacidad cerebral de enamoramiento, y cuando la experimentamos creemos que es la fase siguiente en el inicio de una operación que sí tenía instrucciones. Esta fase está aislada del resto de autoconceptos, y nos rendimos ante la autocompasión sin pararnos a pensar en que, como tu bien dices, el control sentimental está en un canal progesivo a la educación que recibimos. Pienso como tú desde que era un niño. ¿Porqué no nos enseñan a fumar el amor? Gran post, bro.
    Un beso:
    Lanita Der Coño.

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